El concepto artístico, la originalidad a nivel diseño y la trascendencia alcanzada por alguna razón (que no necesariamente debe estar ligada a lo musical) llevan a que la tapa de un material discográfico logre sobresalir entre millones de opciones.
Las mejores portadas de discos consiguen traspasar límites geográficos, acumular galardones y ser veneradas a lo largo de muchas décadas, ya sea por cómo fueron confeccionadas, la imagen que muestran, los colores que engloban o su carácter polémico. Conocer las características de cada una de ellas, saber quiénes son sus artífices, descubrir cómo se originaron y entrar en contacto con curiosidades que enriquecen la información en torno a esas destacadas propuestas de la industria de la música puede despertar el interés por determinadas bandas o solistas, así como motivar un voto de apoyo en un ranking por parte de personas que no eligen en función de un fanatismo. La tapa de un disco, objetos de colección para los amantes de la música, estimula en primer lugar la vista, por eso no hay necesidad de idolatrar a los artistas que lo lanzaron al mercado ni de saber qué canciones engloba.
Por supuesto, así como es posible confeccionar una selección con los máximos aciertos al sacar a la luz un disco, existen listas focalizadas en las peores portadas discográficas, pero ese inventario quedará para otra ocasión. Esta vez, el objetivo es rescatar del olvido varias producciones que se han vuelto icónicas e inolvidables. Seguramente, más de un usuario crea conveniente completar esta enumeración con alguna otra opción, así que están todos invitados a sumar portadas míticas que hicieron historia.