Los 15 mejores goles del mundo

Diego Armando Maradona, el Pelusa de Villa Fiorito, fue uno de los futbolistas más extraordinarios de todos los tiempos. Este argentino que pasó por varios clubes, tanto de su país como del extranjero, es idolatrado mundialmente por su maestría a nivel deportivo.

Era un espectáculo verlo dominar la pelota y hacer maravillas con ella. Además, muchos tantos suyos permanecen en la memoria colectiva dada su construcción y trascendencia. Una de esas célebres anotaciones tuvo lugar en 1986 y, con el correr del tiempo, fue catalogada como el “gol del siglo”.

El partido, por cuartos de final de la Copa Mundial de Fútbol, enfrentaba a Argentina con Inglaterra. El marcador se abrió con un polémico gol del crack argentino que fue bautizado como “La mano de Dios”. Más tarde, tras esquivar a cinco rivales, Diego Armando Maradona desató la euforia de la hinchada argentina al llegar al arco rival por segunda vez, definiendo de zurda después de dejar atrás al arquero.

Un gol de otro planeta con innegable sello maradoniano ejecutó Lionel Messi en abril de 2007. Vistiendo el número 19 en su camiseta del Barcelona, el crack argentino desplegó toda su velocidad y su habilidad para quitarse rivales de encima sin perder en ningún momento el control sobre la pelota. El arquero del Getafe nada pudo hacer para evitar el broche de oro de esa jugada maestra.

Las imágenes no dejan lugar a dudas: la Pulga oriunda de Rosario esquivó, gambeteó y definió prácticamente igual que Diego Armando Maradona en el Mundial ’86 frente a los ingleses.

Las estadísticas indican que, en apenas doce segundos y con adversarios ensayando inútilmente alguna maniobra para frenarlo o robarle el balón, Messi cubrió en el campo de juego una distancia de alrededor de 57 metros. Así, para fascinación de admiradores del buen fútbol (trascendiendo a la afición del Barça), condujo la pelota hacia donde quería: adentro del arco del Getafe.

El gol más destacado del Mundial 2014, competencia que se llevó a cabo en Brasil, lo recibió Uruguay y su ejecutor fue James Rodríguez. Ese tanto del colombiano se produjo en un partido de octavos de final, a menos de media hora de iniciado el encuentro, de acuerdo a los datos relacionados a la jugada en cuestión.

Tal como quedó inmortalizado en imágenes que al día de hoy despiertan admiración a escala internacional, James tenía el arco a sus espaldas y estaba fuera del área cuando uno de sus compañeros le pasó la pelota, a la que paró con el pecho y le pegó de volea.

Fernando Muslera, el arquero uruguayo, voló estirándose al máximo con la intención de impedir que el balón ingrese al arco que él tenía que defender, pero su esfuerzo no alcanzó para que Colombia pasara a ganar por la mínima diferencia. Más tarde, Rodríguez selló el partido marcando el 2 a 0.

Un salto extraordinario hizo el habilidoso Cristiano Ronaldo en 2019 para pegarle de cabeza a un pelotazo que terminó convertido en gol. Esa jugada, que sigue maravillando a multitudes y continúa asombrando por la elevación que tuvo CR7, se registró en un partido de Juventus contra Sampdoria.

Un análisis indica que, a la hora de saltar con el objetivo de imponerse al defensor que lo marcaba y dirigir el balón al arco, el crack portugués, teniendo un desempeño esperable de quienes se dedican al básquet, se despegó algo más de setenta centímetros del suelo. En esa performance sobrenatural, Ronaldo consiguió una elevación de 2,56 metros para cabecear.

Al observar una y otra vez esa escena desde diferentes ángulos, más de un espectador coincide en catalogar a esta anotación como uno de los mejores goles del mundo. Altura, precisión y efectividad, una fórmula imbatible para hacer que Cristiano siga dejando huellas imborrables en el ámbito deportivo.

Entre los goles más inolvidables dentro del fútbol argentino aparece uno fuera de lo común que ha tenido como protagonistas a dos reconocidos arqueros.

En un partido desarrollado en 1996 que enfrentaba a Vélez y a River Plate, el paraguayo José Luis Chilavert sorprendió y deslumbró al efectuar un gol desde una distancia de sesenta metros.

El por entonces guardameta del Fortín, con una potente y certera pegada, hizo elevar la pelota lo suficiente como para que cayera dentro del arco defendido por Germán Burgos. El jugador del Millonario, al ver cómo ese misil se dirigía hacia su zona, corrió hacia atrás con la esperanza de detenerlo o desviarlo pero fue en vano: ese tanto marcado en el estadio José Amalfitani fue válido, gritado con asombro y euforia por su esencia inesperada e inscripto en el listado reservado para hazañas deportivas entre las que figuran marcar alguno de los mejores goles del mundo.

En declaraciones a la prensa, Neymar ha señalado que el gol más especial y significativo para él ha sido el que pudo hacerle a Flamengo en un partido disputado durante 2011. En opinión de numerosos aficionados al fútbol que participaron en una votación para condecorar al autor del mejor tanto de ese año, ése que hizo Neymar dentro de la Liga de Brasil fue digno de galardonar con el Premio Puskas.

Tal como se aprecia en imágenes de archivo, el por entonces jugador del Santos, asistido por compañeros, hizo gala de su habilidad para esquivar rivales sin perder el dominio del balón y consiguió concluir la jugada a su favor, celebrando ese gol que no ha pasado desapercibido a nivel internacional.

Aunque con el correr del tiempo Neymar ha hecho golazos admirables, inolvidables e importantes en los diversos planteles por los que ha pasado, esa anotación evidentemente posee para él el valor del reconocimiento colectivo.

En 1973, Johan Cruyff alegró y maravilló a los fanáticos del F.C. Barcelona al marcar un gol que se ha posicionado entre los mejores del mundo.

Con una patada voladora que el fotógrafo Horacio Seguí consiguió inmortalizar con su cámara, el talentoso holandés dejó una marca inolvidable en la historia del Barça al elevarse y estirarse con la intención de dominar una pelota que no le quedaba demasiado cómoda. Lejos de resignarse, ensayó a último momento una pirueta que, para su satisfacción y la de muchos otros, valió la pena para cumplir la misión de hacer que el balón termine dentro del arco contrario.

Al ver imágenes de ese momento se renuevan el asombro y la fascinación por esa jugada caracterizada por destreza física, sacrificio y, a juzgar por el resultado, potencia goleadora. Con el tiempo, ese inusual tanto pasó a ser catalogado como “el gol imposible” y su artífice adquirió el mote de “volador”.

George Weah, un futbolista liberiano que hizo historia en 1995 al quedarse con un Balón de Oro, anotó varios goles memorables a lo largo de su carrera como jugador profesional.

Uno de esos tantos que tuvo repercusión más allá del tiempo y las fronteras geográficas fue el que le hizo en 1994 al Bayern Múnich. Siendo integrante del Paris Saint Germain (PSG), el africano se lució en ese encuentro al definir, tras unos toques que aseguraban el dominio del balón, con una maestría envidiable.

Alcanza con observar imágenes de esa jugada sin necesidad de conocer en profundidad a Weah para reconocer a simple vista la calidad deportiva de ese hombre que esquivó rivales y, con un poderoso zapatazo, se apoderó del arco de sus adversarios. Tras despedirse del fútbol dejando impactantes muestras de su habilidad para jugar a la pelota, George incursionó en la política, alcanzando en ese marco la presidencia de la República de Liberia.

Al confeccionar un listado que reúna a los mejores goles del mundo vale la pena tener en cuenta al que, en 2011, Dejan Stankoviç le hizo a Schalke 04 siendo jugador del Inter.

Apenas iniciado ese partido de ida de cuartos de final por la UEFA Champions League, tal como se advierte al repasar los registros de ese encuentro, el serbio remató al arco con la buena fortuna de su lado. Si bien estaba cerca de mitad de cancha, es decir, lejos de la valla del rival, aprovechó que el arquero de Schalke 04 estaba adelantado después de despejar el balón y le acertó a la red con una volea brillante.

Aunque su equipo perdió por goleada en esa ocasión (5 a 2), en la carrera de Stankoviç (y a nivel global), ese gol ha tenido una trascendencia considerable. Al día de hoy, cada vez que se reproduce ese gol muchos fanáticos del fútbol coinciden al calificarlo como espectacular.

Al repasar los goles más particulares en la historia de los mundiales de fútbol, un clásico infaltable es el que el por entonces integrante de la selección italiana, Roberto Baggio, le hizo a Checoslovaquia en la Copa Mundial celebrada en Italia durante 1990. Cuando ese fascinante hecho se produjo, el encuentro estaba a poco de alcanzar los ochenta minutos de juego.

Ese destacado tanto que puede apreciarse en la actualidad gracias a valiosos materiales de archivo se inició con una jugada de atrás de mitad de cancha. Hubo algunos pases, pero la corrida y la ejecución fueron méritos de Baggio, tal como se advierte al repasar las imágenes que inmortalizan dicha hazaña.

Con esa maravillosa acción individual se selló el 2 a 0 de ese partido y surgió una postal deportiva inolvidable. Esa pelota, además de ingresar al arco defendido en ese momento por Jan Stejskal, se sumó al ranking de los mejores goles del mundo.

Corría el año 2002 cuando el admirado jugador Zinédine Zidane amargó al Bayer Leverkusen, equipo que se enfrentaba al Real Madrid en la final correspondiente a la UEFA Champions League.

El gran Zizou efectuó en ese encuentro un golazo que, desde la perspectiva de la publicación francesa conocida como “France Football”, ha sido el más bonito de todos los tiempos dentro de la mencionada competencia europea.

Ubicado dentro del área, Zidane recibió un centro y, sin dudarlo, le pegó de volea a la pelota. El arquero rival, Hans-Jörg Butt, voló hacia el palo derecho pero no pudo atajar ese bombazo que llegó con la fuerza y la dirección precisas para tornarse inatajable. Fue el segundo gol del Real Madrid en esa jornada que todavía se recuerda con lujo de detalles porque, además de esa maravilla efectuada por Zinédine que al día de hoy despierta fascinación y aplausos a escala internacional, los merengues salieron campeones.

Un gol increíble, hasta el punto de ser catalogado como milagroso, concretó Roberto Carlos durante un amistoso entre las selecciones de Brasil y de Francia.

Diversos medios especializados en cuestiones deportivas suelen recordar esa proeza cada vez que se cumple un aniversario de esa jugada que tuvo lugar en junio de 1997. El arquero Fabien Barthez quedó atónito y llevó sus brazos a la cintura con resignación al observar como la pelota, cual proyectil, impactó en el fondo de su arco.

Ese tanto se gestó en un tiro libre de larga distancia y motivó el análisis de expertos en ciencia para explicar, desde la Física, cómo este jugador pudo dar, desde aproximadamente 35 metros de distancia, la potencia justa a fin de que el balón consiga una fuerza, una velocidad y una curvatura necesaria para dirigirse al objetivo. Sin dudas, esa patada de Roberto Carlos, quien tomó una carrera considerable antes de lanzar el misil, fue clave en el surgimiento de uno de los mejores goles del mundo.

En el Mundial de Fútbol que se llevó a cabo en Francia durante 1998, un por entonces joven futbolista inglés llamado Michael Owen se lució en un partido que la selección de su país disputó contra el conjunto argentino al hacer un golazo.

La calidad deportiva que este delantero identificado con el número veinte demostró en esa jugada ha enaltecido a ese gol, tanto que resulta imposible pasarlo por alto al repasar los aciertos que tuvo a lo largo de su trayectoria profesional. En declaraciones a la prensa, este exjugador afirmó que ese momento trazó un antes y un después en su carrera, ya que le dio una visibilidad internacional notoria y transformó su vida, con más seguridad y confianza en sí mismo.

Cabe recordar que Owen, merecedor de un Balón de Oro en 2001, vistió las camisetas del Liverpool, Real Madrid, Manchester United y Stoke City, además de haber integrado el seleccionado inglés.

En 1994, la Copa Mundial de Fútbol se realizó en Estados Unidos. En ese contexto, tuvo lugar uno de los goles más sobresalientes de todos los mundiales. La llegada al arco que revolucionó al planeta y ha sido elogiada a lo largo de los años a escala internacional, fue mérito de Saeed Al-Owairan.

Ese por entonces jugador, delantero perteneciente a la selección de Arabia Saudita, hizo un desgaste físico impresionante al atravesar cerca de setenta metros del campo de juego esquivando rivales. Ese despliegue individual extraordinario que culminó con la pelota siendo colocada con maestría dentro de la valla de Bélgica, le aseguró a Saeed notoriedad universal y hasta más de uno lo apodó “el Maradona de origen árabe”.

La comparación con el crack argentino Diego Armando Maradona se tornó obvia e inevitable ya que en México ’86, “El diez” nacido en Villa Fiorito protagonizó una jugada muy similar en el inolvidable partido contra Inglaterra.

En 1958, la Copa Mundial de Fútbol se llevó a cabo en territorio sueco. Hasta la instancia final llegaron la selección anfitriona y Brasil. En ese partido decisivo para conocer al conjunto campeón, Edson Arantes do Nascimento, más conocido como Pelé, hizo dos de los cinco goles brasileños.

Ese jugador adolescente hechizó a multitudes con el primero de sus tantos, ya que envió la pelota al arco rival tras ensayar un sombrerito y demostrar un dominio del balón asombroso. Minutos después volvió a hacer gala de su condición de goleador y, como broche de oro, festejó colectivamente el triunfo que le aseguró a su país quedarse con el título de campeón del mundo.

Más de mil goles hizo “O Rei Pelé” como futbolista profesional, pero el que le permitió abrir su propio marcador en esa instancia mundialista ha logrado un valor inmenso que se ha ido acrecentando con el correr del tiempo.