Uno de los deportes orientales más populares en occidente es el judo (o yudo), creado en Japón por Jigorō Kanō en el siglo XIX. La etimología del nombre de esta actividad se traduce como «camino a la flexibilidad» y consiste en la realización de una serie de movimientos que demuestren la destreza física y mental a la hora de enfrentarse a retos materiales y emocionales. Es un deporte donde lo físico y lo emocional ocupan un mismo espacio y deben trabajarse de forma simultánea para una verdadera profesionalización.
Los practicantes del judo se denominan judocas o yudokas y deben entrenar durante mucho tiempo para adquirir una técnica precisa.
Aunque en la actualidad el judo se considera un combate deportivo, sus orígenes son trascendentales: las técnicas del maestro Kano están enfocadas en las luchas medievales de los samuráis y su práctica se consideraba una forma de alcanzar el control y el equilibrio entre la mente y el alma, sirviendo a una causa más elevada que el individualismo o el deseo de éxito personal.
Las diversas técnicas del judo incluyen proyecciones, inmovilizaciones, desarmes, y luxaciones y se combinan con tácticas tales como métodos de respiración, transiciones y posicionamientos. Algunos de los movimientos originales han sido transformados para poder ser utilizados en combate deportivo, ya que en sus orígenes bien ejecutadas podían ser mortales para los oponentes.
El judo es considerado uno de los deportes más integrales que existen. Es sumamente recomendable para mejorar las aptitudes psicomotrices así como también para corregir problemas en el crecimiento como el ambidextrismo o las dificultades en la ubicación espacial. Además, se trabaja con todo el cuerpo y se requiere de cierta actitud interior, lo que deriva en un desarrollo integral del cuerpo y la posibilidad de alcanzar un equilibrio real entre cuerpo y espíritu.
A continuación te presentamos a los mejores judocas de la historia.